Desde el año 2016 se dio inicio formal por parte del gobierno venezolano a la explotación del llamado Arco Minero del Orinoco (AMO), una extensa superficie de 111.845 kilómetros cuadrados que comprende los frágiles sistemas ecológicos de las selvas guayanesas, habitas tradicionales de numerosas etnias indígenas y fuentes de las más importantes reservas de agua dulce del país, concentradas en las cuencas hidrográficas de los ríos La Paragua, Caura, Caroní y Orinoco.