La rutina en el campo, marcada por los ciclos de reproducción de las plantas y el clima, se ha modificado por causas externas. Este año no hubo sobresaltos en los períodos de lluvia y sequía. Todo estaba dado para la cosecha, pero las tierras viven un profundo letargo. A pesar de que ya comenzó el ciclo de invierno, millones de hectáreas que están improductivas, solo reciben lluvias. No habrá campos reverdecidos por la siembra. Este año esa superficie se quedó cavada y arada, pero sin nada que germine en ella.
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