Ni en las peores pesadillas nos podíamos imaginar los venezolanos que toda nuestra energía vital estará orientada al esfuerzo cotidiano de conseguir los alimentos. Hoy abundan colas gigantescas para acceder a los poquísimos alimentos subsidiados que eventualmente aparecen en algunos supermercados, y se hace creciente, las familias que hurgan las bolsas de basura para conseguir mendrugos y residuos de comida.